Raúl Gracía
(@raulitorulix)
Vergüenza. Es lo que siento, y no soy el
único, huelo Vergüenza por todas partes. Vergüenza por vivir en un mundo en el
que mueres por hacer reír, en el que te debes sentir representados por unos
actores de teatro de segunda que vuelan y se desviven por una foto, para
después desaparecer como si fueran sombras.
Antes de nada, pedir perdón por salirme del
guión. No voy a hablar de música, ni siquiera remotamente, por lo que, lector,
si es lo que esperabas, te recomiendo que dediques tus sagrados minutos a otra
cosa. Igual consejo te doy si eres de
moral sensible.
Cuando hace un mes, en España, decías “Charlie
Hebdo”, la gente te miraba extrañada, y sin embargo todos sabemos ahora lo que
es, por unos terroristas a los que vete-tú-a-saber-quién ha nombrado adalides
de Mahoma y defensores de su nombre a ultranza. Lo mortalmente irónico de todo
este suceso es que la pantomima no hizo más que comenzar. Días después, líderes
de todo el mundo marcharon por las calles de París en una manifestación multitudinaria
en defensa de la libertad de expresión, y en condena y repulsa a esta masacre.
Y no hay que olvidar la otra
manifestación: una serie de políticos decidieron cogerse de los brazos y
dar unos cuantos pasos, hacerse una foto, y huir del lugar como si París fuera
una ciudad de leprosos. A los hechos me remito. Vergüenza.
Tú, español, francés, alemán, debes sentirte
representado en esta foto, pues tu presidente del Gobierno está aquí, y es lo
que me hace sentir Vergüenza. Pero tu presidente del Gobierno no está con el
pueblo, el cual se manifiesta a escasos metros. ¿Sientes ya Vergüenza? Sigo,
igualmente, porque ni Orwell podría haber imaginado algo así.
El pasado 29 de octubre, Tuerka News, un
espacio de sketches satíricos, hizo público un vídeo en el que una persona con
pasamontañas, que dice ser representante del PP, anuncia el fin de la actividad
ilegal de este partido, disolviéndolo, “deponiendo las armas”. Al parecer, las
víctimas del terrorismo se han visto ofendidas, por lo que ha sido una
asociación llamada Dignidad y Justicia, y no la Asociación de Víctimas del
Terrorismo, la que ha denunciado al humorista Facu Díaz, creador del vídeo. Así
que ya saben, mientras condenamos que se coarte la libertad de expresión en
otros lugares y nos hacemos la foto,
no hablamos ni opinamos de estos temas, que para nada coartan la libertad de
expresión. La Vergüenza está a flor de piel. Gracias a Dios (o a Alá, a Buda, a
Shiva o al Monstruo del Espagueti Volador), a día de hoy esa denuncia ha sido
archivada. Menos mal que nos queda un mínimo de sentido común.
Para terminar, y mientras nuestros políticos
apoyan sin miramientos al sufrido pueblo francés, atacan al sufrido pueblo
español. La Ley de Seguridad Ciudadana, conocida célebremente como la “Ley
Mordaza” (en alusión a la flagrante defensa a la Seguridad Ciudadana que
desempeña) deja sin protección al ciudadano. No grabes a un policía en
servicio, porque puede sentir Vergüenza. No te manifiestes cerca de las Cortes,
los que dentro trabajan pueden sentir Vergüenza. No ocupes edificios
abandonados, sus propietarios, quienes pueden haber incluso olvidado que tienen
ese inmueble, pueden sentir Vergüenza.
No voy a utilizar una palabra simplista como
la que es Casta, una palabra de moda, que resume a duras penas la realidad que
quiere denunciar. No me gusta, pues los que pusieron de moda esa palabra ahora
me parecen Casta. Me empiezan a dar Vergüenza, porque ahora dicen
representarme. Me producen Vergüenza los terroristas integristas que matan
porque no saben convencer con palabras, me producen Vergüenza los políticos que
no tienen la decencia de manifestarse junto a los que representan, me produce
Vergüenza la hipocresía a la que por desgracia estamos acostumbrados – y
condenados-. Me produce vergüenza la Casta, la coleta, la rubia, el guaperas,
el barbudo y la niña de los chuches. Pero siempre hay algo que me da fuerzas
para querer que todo cambie, y vivir en un lugar mejor. La gente.
Porque
la gente, resignada porque pase lo que pase al día siguiente se levanta a las
seis a trabajar –o no-, ha salido en defensa de la libertad de expresión, y en
condena de cualquier tipo de violencia. Porque un pueblo como el francés, que
no se diferencia del inglés, del alemán, del español, del nigeriano, del saudita
o del indio, que ha sufrido un golpe que apenas ha podido digerir, sale a la
calle y defiende sus derechos, que para nada interfieren en sus creencias,
porque ellos son a los que anteriormente llamaba líderes, porque son los que quiero que me representen. Por ellos no
siento Vergüenza, siento orgullo.